Tierra de volcanes
Campo de Calatrava, con más de 300 aparatos en un área superior a los 5.000 kilómetros cuadrados, es una de las regiones volcánicas más importantes de Europa junto al Macizo Central francés, La Garrocha, en Cataluña, o Eifel, en la parte occidental de Alemania. Un auténtico ‘tesoro’ desde el punto de vista geológico y paisajístico, desconocido para la inmensa mayoría de los ciudadrealeños y que ahora se pretende poner en valor gracias a la inauguración de un centro de interpretación en Cerro Gordo, el primer volcán visitable de la Península Ibérica.
Sin embargo, la región volcánica del Campo de Calatrava es objeto de estudio para los investigadores desde hace más de un siglo. De hecho, en 1874 protagonizó la primera tesis doctoral en España sobre vulcanismo. Un manuscrito de 28 páginas titulado Estudio micrográfico de algunos basaltos de Ciudad Real. Actualmente, el grupo de investigación Geomorfología, Territorio y Paisaje en Regiones Volcánicas (Geovol), creado en 2007 e integrado en el Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Castilla-la Mancha, es un referente en esta materia.
Su directora, Elena González Cárdenas, explica que el origen volcánico del Campo de Calatrava responde a su ubicación en «una zona geotectónica conflictiva», que provocó la aparición de más de 300 edificios volcánicos a lo largo del Plioceno y del Cuaternario en buena parte de la geografía provincial. «Hay tantos volcanes porque se produjo mucha fracturación y aportes continuados de magma desde hace más de ocho millones de años», apostilla.
Actividad magmática. Un extremo que remarca su compañero Rafael Becerra, que hace hincapié en que «la mayoría de los volcanes del Campo de Calatrava están activos, aunque no tengan erupciones». La prueba: el hallazgo en 2006 en el volcán Columba, ubicado en el curso medio del río Jabalón, de unos restos vegetales fosilizados hace unos 6.000 años, tal y como desvelaron posteriormente los análisis de radiocarbono realizados. «Para que una región volcánica se considere activa tiene que haber tenido erupciones o manifestaciones de tipo volcánico dentro de los últimos 10.000 años», resalta.
No es la única evidencia de actividad magmática en las ‘entrañas’ de la provincia. Los hervideros o manantiales termales, como los de Villar del Pozo, Barranco Chico (Aldea del Rey), los baños del emperador (Miguelturra) o Fuente Agria (Puertollano);las emanaciones de gas controladas y localizadas, como por ejemplo en La Sima, entre Granátula y Valenzuela; los chorros o «pseudo géiser»; y el calentamiento súbito y sin explicación aparente de muchos pozos de la zona son también pruebas fehacientes.
El grupo de investigación Geovol, del que también forman parte Rafael Ubaldo Gosálvez y Estela Escobar, además de otros profesores colaboradores, demanda para los volcanes del Campo de Montiel «una protección integral». Es una «asignatura pendiente» para la Junta de Comunidades, asevera Rafael Becerra, que considera que la Ley de Conservación de la Naturaleza de Castilla-La Mancha (1999) nació con «una buena intención», pero se ha quedado corta, ya que «apenas protege a una veintena de volcanes de los más de 300 que existen». Echa en falta una figura de protección para volcanes como Morrón de Villamayor, el más antiguo del Campo de Calatrava, con ocho millones de años aproximadamente; Columba, el último en entrar en erupción, en el 3.500 antes de Cristo;o el propio Cerro Gordo.
Geovol ha dado un paso más en este sentido. A través de una carta remitida a los departamentos de Medio Ambiente e Industria del Gobierno regional, los investigadores se ofrecieron para hacer evaluaciones de impacto ambiental en todas aquellas concesiones mineras que se soliciten sobre volcanes. Unas misivas en las que también demandaron la creación de un plan de sostenibilidad de los volcanes del Campo de Calatrava.
Volcanes y terremotos. Por otro lado, la directora de Geovol enfatiza que desde hace 10 años, cuando se produjo el terremoto con epicentro en Pedro Muñoz, vienen notando «una relación importante entre la actividad sísmica y el volcanismo del Campo de Calatrava, relacionada con los volúmenes de salida de gas». Un extremo que se volvió a poner de manifiesto en el reciente terremoto en el mar de Alborán. «El estudio de la alteración de los gases nos puede servir para predecir terremotos, no en el día y la hora exactas, pero sí con dos o tres días antes de un terremoto importante en un radio de equis kilómetros», asevera Elena González, que insiste en que además del valor geológico y paisajístico, «Campo de Calatrava tiene un valor muy importante desde el punto de vista científico».